LECTURAS RECOMENDADAS

*Pro Universidad Rosario aclara que los textos han sido seleccionados por ser considerados relevantes o por aportar buena información para la discusión necesaria, y no porque las opiniones personales de los autores sean necesariamente coincidentes en su totalidad con la de nuestra agrupación.



Índice
1) PRÓLOGO A ESTUDIANTES POR LA LIBERTAD, por Yon Goicoechea
2) EL DETERIORO DE LA FACULTAD DE MEDICINA, por Hugo Tanno
3) LA VOCACIÓN DOCENTE, por Norberto Quinto Martínez Delfa
4) LAS RESTRICCIONES DEL INGRESO IRRESTRICTO, por José Guillermo Godoy

1) PRÓLOGO A ESTUDIANTES POR LA LIBERTAD, por Yon Goicoechea*
* Yon Goicoechea fue el líder indiscutible del movimiento estudiantil venezolano que se enfrentó a la maquinaria policial y propagandística del régimen chavista, evitando una reforma constitucional que hubiera consagrado el más crudo totalitarismo en la Venezuela que ellos aman, en donde ellos estudian y desean vivir. Apareció numerosas veces en los medios con contundentes y encendidos discursos a favor de la paz, la democracia y la prosperidad, siendo no sólo la cara visible sino también el espíritu de dicho movimiento.
Se nos ha dado el honor de prologar este libro que recoge, excelentemente, los pensamientos y los primeros pasos de una generación de venezolanos libres. Recoge, además, las anécdotas de jóvenes que pasamos de universitarios a ciudadanos sin darnos cuenta, sin entender que en una Venezuela tan abandonada como la nuestra la esperanza es irreverencia y la libertad es subversión. No nos dimos cuenta pero salimos y encontramos a un país en ruinas por levantar; sin haberlo pensado, encontramos el camino de vida que se presenta en estas páginas.
No es que los jóvenes no tuviésemos sentimientos antes del 28 de mayo de 2007, es que ese 28 de mayo explotó lo mucho que sentíamos. Fue ese día, después del cierre arbitrario de RCTV (canal de televisión más antiguo de Venezuela) que los jóvenes nos encontramos en la calle sin previa convocatoria, como si fuéramos espejos de lo que sentía nuestra gente. No hubo heroísmo ni genialidad, ni siquiera intereses o propósitos ocultos, hubo sólo corazón y patria, sueños rotos y miedo. Ese día tomamos el control de nosotros mismos y vencimos el peor enemigo: el conformismo.
El 28 de mayo de 2007 se expresaron a través de nosotros quienes nos formaron en libertad, todos los que lograron que amáramos esta tierra en la que tuvimos la fortuna de nacer y crecer. Ese día, sin hipocresías, nos comprometimos con Venezuela y su grandeza, con la belleza de nuestro pueblo, con el amor a nuestras costumbres y tradiciones, y nos comprometimos con todo lo que duerme bajo el rencor y la división que se promueven desde el poder. A partir de entonces todo ha sucedido aceleradamente.
No es tiempo aún de decir si han llegado a su destino los ideales de la “generación” del 2007, en cambio creemos que sí es tiempo de proponer una forma distinta de ser venezolanos. Por ello, no sólo relatamos el desenvolvimiento del “Movimiento Estudiantil de las Manos Blancas”, sino que proponemos “El Humanismo Libre” como valor democrático y social. Del mismo modo, reivindicamos, ahora por escrito, la importancia de los derechos humanos (civiles, políticos, sociales, etc.) como postura del hombre frente al poder y como fundamento de su libertad. Finalmente, explicamos la “No Violencia” como acto de irreverencia y como máxima fuerza para enfrentar el totalitarismo.
El Humanismo Libre no es más que la comprensión del hombre en sus distintas dimensiones: (i) individuo-sociedad, (ii) material-espiritual y (iii) local-universal. No es una ideología política sino un concepto existencial que considera la responsabilidad, la tolerancia y la libertad, agrego la solidaridad, como atributos inseparables de la humanidad. El Humanismo Libre propugna la democracia con contenido social como modelo de convivencia, en ella pueden articularse el desarrollo libre de las capacidades de cada hombre y la necesidad de contribuir al desarrollo de la sociedad. Lo que planteamos como venezolanos que creemos en la democracia con contenido social, es que el hombre es libre y productivo, en tanto contribuya a la libertad y la productividad de sí mismo y de otros. En tal sentido, debe entenderse que la solidaridad con los demás nunca puede ser “ideologizante” ni impositiva, porque perdería su naturaleza y se convertiría en esclavista. Además, entiende que la solidaridad es humana en tanto se acompañe de la realización de los sueños y la potenciación de las capacidades individuales.
El Humanismo Libre postula que el desarrollo de la sociedad sólo es posible en tanto se respete la dignidad y los derechos de cada hombre que la compone. Se niega a ver el mundo como una cuestión de masas, pues la unidad de toda colectividad humana es precisamente el hombre y en éste ha de reposar la base del Estado. Lo que lo diferencia del liberalismo clásico es la comprensión del hombre en su doble dimensión (individual-social) según la cual, no se podría alcanzar la plenitud sin observar la debida solidaridad con el prójimo. Lo que lo diferencia del marxismo es la clara división entre los derechos del hombre y el poder del Estado, dejando sin efecto la propuesta de confundir al Estado con la sociedad.
Asimismo, defendemos los derechos humanos como límite del poder y como frontera del Estado, pues si éste es una creación del hombre para la consecución de sus fines colectivos, mal podría volverse contra su creador, vaciando de contenido su existencia he irrespetando su dignidad. Por esta razón, los derechos humanos son el gran tema político de la actualidad y de su efectiva protección deriva el éxito del Estado. En las democracias modernas la izquierda y la derecha se han conjugado para dar pie a un justo balance, al punto que hoy no cabe duda de que el desarrollo económico del Estado debe orientarse a la solución de la problemática social de sus ciudadanos. Bajo este esquema el asunto principal es el derecho subjetivo, pues el equilibrio entre éste y las potestades del Estado está aún bajo estudio. La humanidad debe decidir entre mayor control o mayor libertad, siempre respetando el núcleo fundamental de los derechos.
El otro aspecto que se plantea en las páginas posteriores es el relativo a la No Violencia, como fin y como método: “como siembra”. En efecto, se muestra al lector un camino que nunca ha sido derrotado y que sí ha derrotado muchos regímenes totalitarios. La No Violencia es, al mismo tiempo, causa y resultado. Causa en tanto método y resultado en tanto fin del Estado (en el sentido político, no jurídico). Se ha querido incluir nociones doctrinarias de la No Violencia porque con frecuencia es una teoría menospreciada por los venezolanos, a criterio nuestro, debido al desconocimiento de sus fundamentos y a la remembranza de una historia de militarismo cíclico, de la que hemos sido víctimas todos los latinoamericanos.
Finalmente, la obra recuerda por qué luchamos y cuál es el sentimiento que ha motivado a millones de venezolanos a creer en su tierra, en un tiempo en que la esperanza nos era lejana. El autor ha tenido la sensibilidad de redescubrir la venezolanidad de la paz y la tolerancia como formas de vida, de la templanza como bastión de la moral y de la esperanza como motor del hombre. Adicionalmente, el libro ofrece nuestra humanidad como capital de la nueva Venezuela y nos entrega al lector, quizá con la esperanza de encontrarle en la calle defendiendo la libertad, gritando al viento la necesidad de cambio.
Este libro es amarillo, azul y rojo, profundamente nuestro, infinitamente honesto. Es un primer paso que presentamos con humildad ante la inteligencia de nuestra gente, pensando en el día en que la creatividad y el trabajo nos liberen de la pobreza y de la muerte. No es una celebración de proezas sino un mensaje de futuro.
En nuestra Venezuela cientos mueren por semana, millones sufren la pobreza, la corrupción nos roba la dignidad, las listas gubernamentales nos discriminan y el militarismo avanza sin tregua; es por eso que, en este libro, los jóvenes nos resistimos con la palabra, no a un individuo sino a una forma de vivir. Nos resistimos desde la esperanza, con la sangre corriendo fuerte en nuestras venas indias, blancas y negras. Nos resistimos a la locura y al atropello, a la improvisación y la mediocridad, resistimos al entreguismo y la soberbia, a la exclusión y el autoritarismo; en fin, resistimos como lo hizo Bolívar, nuestros abuelos y nuestros padres. No es una opción, es una fatalidad.
Este libro, como todos, está hecho de palabras. Pero estas palabras son el arma para liberar a mi pueblo, estas palabras son sagradas. Gracias al autor.
Yon Goicoechea
Estudiante
2) EL DETERIORO DE LA FACULTAD DE MEDICINA, por Hugo Tanno

Por Hugo Tanno (*) para La Capital con motivo de la derogación del examen de ingreso en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario en el año 2007.

Días atrás el Consejo de la Facultad de Medicina derogó el ICV (Instancia de Confrontación Vocacional). Este curso previo significaba en la práctica una reducción en el número de ingresantes. En consecuencia, el ingreso ha pasado a ser ilimitado. En la Universidad de Rosario existe un ingreso irrestricto a sus carreras de grado.
¿Podía entonces ser Medicina una excepción? Medicina es considerada una carrera de riesgo profesional ya que la formación del graduado repercute directamente en la salud de la población. Es responsabilidad de cada facultad el asegurar una adecuada relación docente/alumno para poder brindar una enseñanza responsable a las exigencias de la carrera.
Quien en el siglo XXI avale el ingreso irrestricto, debe tener ante la ausencia de un modelo similar muy fuertes convicciones. En cualquier lugar del mundo, incluyendo la Cuba de Fidel, existe un ingreso regulado en las facultades de medicina. Los argumentos más lógicos que lo avalan son:
a) Es necesario conocer cuál es el número de médicos que requiere cada sistema de salud. Es evidente que esa necesidad surge de un programa de formación de recursos humanos que tienen los países que realmente priorizan la atención de sus habitantes. La responsabilidad de implementarla es una política de Estado que asumen los gobiernos cuando su interés por la salud se ejerce y no se declama.
En la Argentina no hay política de salud seria y por ende no hay programación de recursos humanos. Los médicos que se forman en universidades estatales o privadas son volcados a la práctica sin control de calidad que juzgue la validez del título otorgado. Al creciente aumento de la oferta educativa de las universidades privadas se suma el ingreso masivo en las universidades estatales. La resultante es un desproporcionado número de médicos para la población del país. Esta relación alterada influye negativa-mente en la eficacia del sistema de salud y atenta contra la calidad de la prestación médica. A esta inobjetable realidad se suma la sobresaturación de profesionales en los grandes centros urbanos y su escasez en las zonas rurales.
b) La posibilidad de brindar una adecuada enseñanza está condicionada a una proporcionada relación entre la demanda estudiantil y la oferta docente. Es precisamente la masificación en el ingreso una de las causas que hace escasa la capacidad docente. Lo inadecuado de esta ecuación hace inviable cualquier plan de estudio.
Resulta curioso que se haya aprobado el ingreso irrestricto en Medicina cuando se encuentran en pleno debate las debilidades y fortalezas del nuevo plan de estudios recientemente implementado. Más llamativo resulta todavía que sean precisamente las actuales autoridades las que más lo critican, sembrando dudas sobre la continuidad del mismo. El sentido común indica que debiera haberse definido previamente cómo se resuelve este debate, corrigiendo sus defectos y recién entonces acordar el ingreso. Parece poco oportuno favorecer la admisión masiva de alumnos para un plan de futuro incierto. La promesa de buscar más fondos para recursos docentes es prácticamente una utopía. Crear más cargos cuando los actuales son cuestionados por su paupérrima retribución parece además un contrasentido. El actual plan de lucha de docentes universitarios de la UNR con días programados de huelga, es la más evidente prueba de esta realidad.
Debe saber el ciudadano común que Medicina gasta en sueldos el noventa por ciento de su presupuesto. Destinando el magro resto en equipamiento e investigación, realidad tristemente compartida con otras facultades.
Sintetizando, si hoy se duda de la calidad del egresado, cuya currícula es seriamente cuestionada por el caudal de contenidos y por la escasa práctica con pacientes, alentar el mayor ingreso pareciera poco responsable.
La emisión de moneda falsa es un dolo que recibe castigo penal. La emisión del título de médico en graduados con mala formación, debiera tener similar condena, ya que es el pueblo el que padece sus consecuencias.
La excelencia que tuvo esta Facultad ha sido un sello de la calidad institucional que por décadas ha prestigiado a la medicina argentina. En los últimos años el deterioro de las instituciones llegó a la Universidad de la mano de los partidos políticos que hicieron de la misma un coto de caza de la juventud ilustrada. Con el argumento de democratizar la Universidad se tergiversaron los verdaderos objetivos de la formación académica.
Primero se perdió la excelencia, luego se cuestionó la exigencia alentando el facilismo y finalmente se impuso el populismo. Si el prestigio de la Facultad de Medicina se ha ido deteriorando en los últimos años, creo que ahora peligra su credibilidad como institución. Como consecuencia, la calidad académica que enorgulleció por décadas a Rosario, va en camino de extinción en un futuro mediato. Los dirigentes de turno, docentes y estudiantes, tienen el mayor peso de la responsabilidad actual. La declamación de discursos en defensa de la Universidad estatal es poco menos que irritante, cuando en la práctica se deteriora el nivel académico y la esencia misma de la institución: su excelencia.
Los directos beneficiarios de este deterioro en el terreno educativo, son los intereses corporativos de las universidades privadas, y en la medicina asistencial los gerenciadores de la salud.
Finalmente, el argumentar que la ausencia de límites en el ingreso favorece el acceso de los alumnos carenciados es una demagógica burla a la triste realidad de los mismos. La falta de becas para los estudiantes con escasos recursos que tienen vocación por medicina es en la práctica una injusta y verdadera exclusión, ya que sin ellas el concretarlo es solo una ilusión.
La auténtica sensibilidad social en el gobierno de una Facultad de Medicina la ejercen quienes no confunden igualdad con equidad y que además se preocupan no por el número sino por la calidad de los médicos que forman. La primera beneficia a los estudiantes, la segunda a la totalidad de la población.
Espero y confío en la sensatez del actual decano, de impecable trayectoria médica y académica, y en aquellos que lo acompañan en su actual gestión. En la reflexión que exige la presente realidad, en la crítica a la actitud tomada y en el compromiso con la institución que gobiernan, están puestas las expectativas de todos los que queremos a la Facultad de Medicina de Rosario. Mi vocación por la docencia en medicina y su ejercicio durante cuarenta años en la Universidad pública me obligan con profunda preocupación a dar a conocer estas reflexiones.

(*) Profesor titular de gastroenterología y director de la carrera de post grado en gastroenterología de la Facultad de Medicina de la UNR


3) LA VOCACIÓN DOCENTE, por Norberto Quinto Martínez Delfa*


Cuando uno recorre la nómina de profesores de nuestra Facultad, desde jefes de trabajos prácticos hasta titulares, no deja de asombrarse del crecimiento exponencial que ha tenido su número en las dos últimas décadas.
El asombro no tiene que ver con la relación entre cantidad de docentes y de estudiantes, ya que es evidente la necesidad de dar respuestas a las crecientes demandas de ingreso, sino con un interrogante para el que no encontramos una respuesta plausible: ¿Recibieron todos estos docentes una formación docente mínima antes de ser nombrados en sus cargos?

En alguna ocasión, un nombramiento de este tipo puede haber significado una valiosa adquisición para el plantel académico por las condiciones excepcionales del nuevo docente, pero, en general, los nombramientos de este tipo inciden gravemente en la calidad de la enseñanza. Hasta hace dos décadas nadie que no hubiese cursado los dos años de adscripción en una cátedra y aprobado una monografía, pagado luego un derecho de piso de varios años como docente libre (así se los denominaba entonces), sin renta alguna, podía esperar acceder a una adjuntía. Y eso, siempre y cuando se hubiese jubilado un docente antiguo o ampliado los cargos de la cátedra.

Este era evidentemente un mal sistema en el que los profesores veteranos, por el sólo hecho de serlo, bloqueaban el progreso de los más jóvenes, quizá tanto o más competentes que aquellos. Pero ése sistema implicaba a la vez un orden y un respeto por la formación previa para acceder a la docencia.

En la actualidad es lícito dudar sobre si semejante aluvión profesoral posee ésa formación y, mucho más grave aún, si tiene la vocación para ser docente universitario. La enseñanza del Derecho es bastante diferente de la enseñanza en otras carreras universitarias, básicamente porque los enseñantes somos abogados y la enorme mayoría de los abogados ejerce la profesión como actividad principal, o es magistrado o funcionario judicial.

En cualquiera de las situaciones, la condición de docente universitario constituye una especie de “vicio menor”, algo así como “sacarse el gusto de acreditar patente de profesor”. El rol secundario de la docencia universitaria, para la mayoría de los profesionales del Derecho, ha sido advertido en estudios que revelan que cuando éstos deben definir su ocupación consignan “abogado”, “magistrado”, “funcionario” y casi nunca “docente universitario”.

En no pocas ocasiones, el interés por acceder a una cátedra tiene otros fundamentos: alcanzar una modesta renta fija, la probabilidad de una jubilación básica y, sobre todo, de una obra social para toda la familia. Las consecuencias de estas vocaciones ausentes habrán de resultar a la postre nefastas para la vida académica de la Facultad y para la calidad de la enseñanza.

Un docente sin vocación considera, en general, agotada su tarea con el desarrollo de una clase teórica de tanto en tanto. Para esta clase de docente la preparación de material didáctico, la participación en reuniones de cátedra, la integración de mesas evaluadoras (tomándose el tiempo necesario ¡por favor!), son incordios que deben evitarse.

El docente sin vocación no desea ser exigido. Prefiere titulares prescindentes, que lo dejen hacer, que no interfieran, en una palabra. Todo lo que implique un esfuerzo adicional por sobre el que ha decidido “consagrar” al puesto, será considerado una reaccionaria arbitrariedad. A esta altura del discurso se nos figura imprescindible señalar que este docente de vocación ausente puede ser técnicamente excelente en su conocimiento disciplinar. Lo que se dice, un muy buen abogado y aún un excelente jurista.

Esto no aporta mucho a la calidad de la enseñanza. Todos conocemos este tipo de profesores, talentosos, buenos expositores, conocedores de los temas que tratan. Sin embargo, para esta clase de docentes la formación del estudiante, sus progresos y sus dificultades, no les interesan especialmente. Tampoco cómo mejorar sus propias prácticas para llegar a los alumnos con una buena transposición didáctica.

Los docentes sin vocación rara vez serán exigentes ni concederán trascendencia a los resultados de la enseñanza-aprendizaje sobre la formación de los futuros abogados. Desde que se produjo el incendio de parte del edificio de la Facultad de Derecho, las autoridades de la Casa implantaron un nuevo sistema de registro de firmas, docente por docente.

¿Podrá detectarse a través de este sistema qué docentes cumplen regularmente sus obligaciones? Casi un semestre de vigencia del registro, podría resultar un medio útil para verificar qué profesores le dedican su tiempo al cargo para el cual están nombrados y quienes no. Creemos que la Facultad de Derecho debería sostener una rigurosa política de nombramientos basada, estrictamente en el mérito y la capacitación docente.

Ni la fama ni el desempeño de cargos funcionarios relevantes, deberían constituir de por sí antecedentes importantes para acceder a la docencia universitaria. El juez más brillante o el más talentoso abogado necesitan pasar indefectiblemente por el proceso de formación docente si quieren estar frente a estudiantes, enseñando.

De la misma forma, desempeñarse cuatro o cinco años como jefe de trabajos prácticos en una materia, tampoco debería constituir un pasaporte para ser nombrado profesor adjunto de manera casi mecánica. Aún los nombramientos interinos deberían fundarse con mucho rigor en los antecedentes académicos específicos que ha realizado el aspirante.

En algunos casos, cierta feracidad literaria que se observa en algunos profesores jóvenes, donde no siempre la calidad de los artículos escritos supera a la cantidad, ha sido tomada como referencia para fundar un nombramiento. También este parámetro, puede resultar Incorrecto. Las publicaciones son importantes y deben ser tenidas en cuenta, pero no pueden ser ni el único ni el mejor indicador, máxime cuando entre nosotros es muy sencillo publicar sin pasar por el filtro de un riguroso comité de referato.

Debe tenerse en cuenta también que un prolífico plagiador y repetidor de los mismos temas con diferentes títulos, puede lograr que su nombre se reitere infinidad de veces en otros textos, en la Internet y hasta que, por exagerada condescendencia, su producción se incluya en alguna bibliografía. Estas circunstancias no lo convierten en un buen docente, ni ameritan su promoción.

La institución universitaria debería ser muy exigente en la consideración de aquellas cualidades y competencias que hacen al docente con vocación. ¿Se ha preocupado el aspirante por dotarse de las herramientas conceptuales y prácticas indispensables de la Pedagogía? ¿Ha sido consecuente en su proceso de formación, tanto científica y técnica como docente? ¿Ha demostrado dedicación, cumplimiento de sus tareas específicas como docente, responsabilidad ante los alumnos?

Estos son interrogantes cuyas respuestas positivas habrán de dar pautas para realizar mejores nombramientos en el futuro.


* Abogado (UNL). Doctor con mención en Derecho (UNR). Diplomado Superior en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política (FLACSO-UNR). Especialista en Administración y Planificación de la Educación (OEA-CEPE e IP, Chile), Administrador de Proyectos de Educación Superior (BID-FGV, Brasil) Magíster en Educación Universitaria (UNR)
4) LAS RESTRICCIONES DEL INGRESO IRRESTRICTO, por José Guillermo Godoy
*Para leer el artículo podés entrar aquí: http://noticias.iruya.com/content/view/2686/
 
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